En sus pinturas las mujeres se metamorfosean en colores,tiempo y esencia.Son heroínas de fábula que desfilan sobre alfombras sombrías y luminosas. El color en la artista es su sangre, su aliento, su muerte y vida. Todas ellas disfrutan de su libertad en el límite de la imaginación, la soledad y la irreverencia. El vibrante colorido que las envuelve son catalejos que reflejan con avidez sus pasiones y sentimientos inextricables.
Todas ellas son personajes de una artista cuya mano tiene la facultad de recrear en sus telas a mujeres de todos los colores, ámbitos y tamaños. Son sus criaturas que han brotado de sus entrañas con violencia inusitada, con ternura maternal-entre un dilatado kilometraje de drama e ilusión- las ha prohijado entre rosedales,prímulas sutiles,en una bijouterie incandescente de su alma desasosegada.
Naomi Fuks nació en Israel en 1966. Es una artista multidisciplinaria. Con singular destreza cultiva la pintura, el diseño gráfico, además de ser una poetisa de delicados versos.
A los tres años siendo una niña prodigio pinta sus primeros dibujos y desde entonces aquella febril pasión por la pintura es en ella como la corriente de un río que la ha desbordado.Su pintura como un acto orgánico nacen de una historia, un poema, un sueño, una visión, o de series interminables de dramas en su ordenador las cuales -su autora- devora insaciablemente.
Estudió pintura y dibujo en el prestigioso instituto de arte y diseño Avni de Tel Aviv, fotografía e ilustración en el vital centro de estudios gráficos. Como artista ha participado en numerosas exhibiciones en Israel, así como en gran parte de Europa. Se siente fuertemente influida por Gustav Klint. No es de extrañar que su obra esté vertebrada de un simbolismo onírico, de gamas de decorados chinescos,centrándose en la imagen de la mujer como generadora de vida y belleza.
En verdad es lo femenino como arte y esencia. Cuando retrata lo esencial de la mujer, no solo lo hace por la forma del cuerpo o de un tiempo estructurado. Sus pinturas tienen la ductilidad de representar a la mujer de todas las épocas, sumida o comprometida en todos los acertijos del tiempo. Cuando veo algunos de sus pinturas puedo imaginar una performance de Sada Yacco,a la danza de Salomé cuyo costo venial cercenó la cabeza del Bautista;a Edith Piaf en su agonía tonal a orillas del sena, a la Sunamita del “Cantar de los Cantares”, cuyo desvelo de amor hacen brotar lágrimas de oro de su alma, de la pobre mujer de Jerusalén que fue librada de ser lapidada por una sentencia de amor salida de la boca del Salvador de Israel y de todas las naciones del mundo(“El que esté libre de pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”)
Ciertamente, es un recorrido breve por el universo femenino, que es el centro y la obsesión de Naomi. Cuanto más la recrean sus colores,las sutilezas de sus formas,nos hacen pensar que subsiste un secreto simbolismo, patentado por la estrella de David que portan sus heroínas en sus vestimentas.
La mujer a lo largo de la historia ha sufrido el vejamen del menoscabo, la exclusión, el abuso, las torturas de un sistema servil,pero otras-también- de fuerzas oscuras e infernales que corrompen su esencia,y propugnan destruirlas como agentes de vida y productividad.El maltrato y la violencia siempre les ha significado una ponzoña mortal. Solo el amor de Dios descrito en los evangelios redime la virtud y la nobleza de la mujer. Solo el amor del Dios de Israel,de sus sentencias inconmovibles,le harán recobrar su dignidad amenazada, la misma que Naomi visualiza en su ardiente narrativa visual. Que la mujer y toda la humanidad puedan encontrar la justa medida del amor que llena todos los vacíos.
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