Cuando Odessa no quiere deshacerse de su viejo abrigo, que ahora le queda pequeño, porque lo tiene desde siempre (y le da un poco de miedo el cambio), pero cuando termina ayudando a Ene a encontrar un sombrero, aprende que el cambio no es algo a lo que temer, sino algo que hay que aceptar. El cambio puede ser bueno.