En 1935, Eisenstein se acerca de nuevo a la vida campesina y rueda un film, que posteriormente es destruido. Esta versión es un montaje con los restos salvados de la destrucción, y en ella se ve de nuevo el genio del cineasta, al narrar el conflicto entre un viejo "kulak", que simboliza el viejo régimen y su hijo, un pionero, entusiasta de la nueva situación política de su país.