En un atelier saturado de bártulos,una artista pergeña fábulas en la tinta. Lleva cierto tiempo empecinada en un lienzo que semeja a una cubeta de cristal, ante el cual su rostro palpita al trote de un pincel basilisco. Parte de la obra se dibuja en la tela, pero gran parte de ella permanece contenida en el ovario de su ingenio.Es su lucha cotidiana,dejar que la inspiración sea completamente seducida por ese vacío que la ciñe,y nte el cual deberá reconocerse como un puntito oscuro dentro de es enigma que pulsa sus manos.Estamos hablando de Bárbara Peonía, una artista autodidacta nacida en Roma (1969), lugar donde vive y pinta intransigencias.
Se inició en el arte de la pintura en plena mocedad. Con vehemencia estudió a Artemisia Gentileschi, Angelika Kauffman, Picasso y Dalí. Al hervor del talento y genio de estos artistas, fragua un estilo plurivalente,poco definido, hasta que conoce a Ezio Farinelli con quién perfecciona y amplía su técnica pictórica.
Bárbara se define como una artista surrealista. En 1998 participó en el movimiento artístico “realismo cuántico”. En adelante su mente ebulle con el término cuántico, el mismo que le permitiría expresarse con mayor libertad. Esta postura artística, que es el sello característico de su arte,autodenominó surrealismo cuántico posmoderno. “En el surrealismo cuántico posmoderno tiendo a expresar mi búsqueda continua de una realidad superior y sutil que viaja en paralelo a la realidad ilusoria arraigada en el tiempo y el espacio”, manifiesta.
El surrealismo del siglo pasado tenía como meta trasuntar del inconsciente los sueños, los impulsos oscuros o primitivos (exentos de toda racionalidad) y mutarlos en símbolos. Nacía de la parte oscura de la mente y se mantenía en un plano estético. En la propuesta de Barbara Peonía, el surrealismo no se queda en un solo plano, sino que camina en un segundo plano conformado por los recursos objetivos, representados en la realidad exterior, incluyendo en muchas de ellas al espectador. Su destreza radica precisamente en plasmar ambos universos en una unidad artística atractiva. El derroche de símbolos en sus pinturas inspira ideas y sentimientos indescriptibles. Es una poesía visual y de contenido.
En una vista panorámica de sus pinturas se vislumbran marcados simbolismos que nos permite disfrutar de ciertas formas poéticas, transidas de colorido y belleza alucinatoria. Pero no solo son un aliciente estético, sino que esos mismos elementos encierran ideas que tienden a propiciar la curiosidad y la proyección de la capacidad imaginativa del público.
A Barbara le inquieta la unidad.En su pintura intitulada “la soledad de la ilusión”, la apologética es que nada está en sí separado.El cuadro describe una realidad informe, desparramada en un caos sugerente entre los colores rojo y negro.El significado culmine de esa misma pintura se ve reflejada en esa fuerza cohesiva, cuya tesis es negar el hecho de que las formas como las ideas puedan tener una existencia aislada. La soledad es un estado ficticio, inexistente.Una figura casi literaria o existencial donde por más que el hombre se empecine en apartarse para conocerse así mismo,termina-paradójicamente- desconociéndose cada vez más de a si mismo.Somos un tejido vivo,una red con muchos eslabones que nos cuesta ardientemente comprender.
Pero hay un vértice en la trama de su obra que es preciso comprender con más detalle. Es el tema de la eternidad, dónde Barbara hace gala de sus recursos más logrados. En esta mujer de Roma existe como en Dalí en su tiempo una curiosidad recurrente por lo eterno, el anhelo como ser humano y artista de ilustrar y trascender los límites de lo perecedero, de la muerte y su finitud.¿Somos perecederos o imperecederos?,es una pregunta que va mucho más allá del arte como vida o concepto.Es una actitud y toma de conciencia ante el insondable misterio de la vida.
El anhelo de traspasar la línea del tiempo ha sido un deseo humano permanente. El mayor misterio de la vida plena, sin límites, siempre será un tema recurrente, de primera necesidad en el arte y en la vida misma. En el caso de Bárbara Peonía están patentes (por mostrar solo unas cuántas) en sus pinturas: “Ángeles”, “Arcángel” y el “Caminante eterno”. En este terceto, la artista nos muestra ese lado de la vida del cual muy poco se piensa y menos se busca.
Acostumbrados a vivir en la mentira de la perentoriedad,de que al final de la vida no existe nada más,puesto que el hombre es una criatura esencialmente mortal. Sin embargo, en las telas de Bárbara se exuda por todos sus poros el deseo ardiente de romper el mito de lo perecedero.
Y es que el hombre tiene por esencia la eternidad, la vida eterna es su sangre y su vida misma, fue creada para no perecer, por eso la perentoriedad lo aterra,porque no es parte de su naturaleza. Si no experimenta lo eterno su dolor se hace insoportable,su vida imposible.Solo experimentando lo eterno cada día puede vivir en paz, realizarse plenamente.
Pero,Barbara a través de sus pinturas tiene solo una intuición,de mujer y de artistas acerca de este don inefable de la vida eterna.Echemos un vistazo a sus personajes, todos ellos están aquejados por un alma angustiada, experimentan un desespero interno sobrecogedor al no encontrar en sus pesquisas un punto de fuga, una puerta abierta hacia la eternidad y están yendo y viniendo,entre prosapia y prosapia al giro de una rueda aterradora e incesante. Buscan la eternidad y no la encuentran. Viven y sufren el gran enigma de una eternidad dormida,el cual no pueden despertar con todas sus fuerzas.El hombre está muerto en su eternidad,necesita despertar o revivir,esa es la cuestión.
En la mente del “caminante”,uno de sus personajes está fija la pregunta ¿Dónde estará esa puerta de acceso a lo eterno?Dibujado para estar caminando toda la vida en el rectángulo asfixiante,entre esa esfinge que ha perdido su capacidad para resolver enigmas,entre ese monte que limita su visión,entre esas manos manchadas de sangre,y la sonrisa irónica y desconsoladora de un hombre,el caminante piensa,imagina que hay después de todos esos linderos una verdad eterna,pero no sabe cómo acceder a ella.Es tan simple,la eternidad o vida eterna,indestructible,sólo puede experimentarse de una manera evidente a través de la fe en Jesucristo,el Hijo de Dios. El mismo,dijo: Y, esta es la vida eterna,que te conozcas a tí(Dios) y a Jesucristo a quien has enviado.Es la gran verdad que puede resolver toda paradoja del hombre.
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